Es otra arma del diablo que utiliza para derrotar al Cristianismo
Luis Rey N.
El temor es un monstruo insidioso que puede producir en el
hombre miseria, derrota, esclavitud y
destrucción. Además, de que abruma
descubrir las grandes multitudes de todos los niveles sociales que viven bajo
la opresión del temor.
Así, el temor produce
crisis nerviosa, insomnio, opresión en la vida de oración y dificultad en el
testimonio para Cristo. En este sentido el temor puede lleva al deseo no sólo
de cometer suicidio sino que puede manifestarse en tacañería en sus diezmos y
ofrendas para Dios. En síntesis, puede definirse como la expectación de algo
malo y como un espíritu demoníaco.
En la figura del temor que “lleva en sí castigo” (1 Juan
4:8); el temor hace que siempre se
espere lo malo en el hombre que está alejado de Dios. En este sentido, la
palabra de Dios explica en 1 de Juan 4:8; “El que no ama, no ha conocido a
Dios, porque Dios es amor”.
¿Pero qué es el temor? El temor se ha definido como la
expectación o el recelo de algún mal que lleva a la perdición. Sin el temor no
podemos vivir nuestra vida natural ni nuestra vida espiritual.
Sin un revente temor a Dios, el hombre no pude ser un
cristiano victorioso: “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Los
insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza” (Proverbios 1:7).
Muchos no reconocen el temor cuando pasa por prudencia,
precaución, o discreción. Pero tenemos que salir al paso a esto y darnos cuenta
de que en realidad son temores disfrazados por el diablo. Por eso Satanás
quiere que usted tenga este espíritu diabólico de temor que espera y amplifica
el mal, el fracaso, la enfermedad, el peligro, la pobreza y la precaución.
Satanás usará cuando sutil artificio pueda encontrar para
estorbar las cosas buenas de Dios. El temor es el mayor impedimento espiritual
para que la gente pueda rendirse completamente a Dios y gozar de una vida rica
y abundante a Jesucristo. Tal y como lo dice Santiago (4:7) “Someteos, pues a
Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros”.
El precio del miedo y la cobardía. Una de las declaraciones
más terribles que hace el Evangelio de Cristo sobre aquellos que serán
condenados por la eternidad en el lago de fuego incluye a los miedosos, perezosos, pusilánimes, medrosos y
tímidos, tal y como lo señala la Biblia en Apocalipsis 21-8: “Pero los cobardes
e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios, los hechiceros, los
idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego
y azufre, que es la muerte segunda”.
Estos son días para vivir con valentía. Son días en que los
hombres tiene que levantarse y declarar: “Yo y mi casa serviremos a Jehová”.
La mayoría de los que viven llenos de temor (miedo y cobardía)
son egocéntricos. Piensan en ellos mismos en vez de Cristo. Porque “En el amor
no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor
lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionando en el
amor” (1 Juan 4:18). Cuando usted deja que el temor controle su vida, sin echarlo fuera cae en un egoísmo y
egolatría debido todo a su interés que está puesto en las necesidades de los
demás, y no del Dios verdadero.
Otra de las argucias de Satanás, dice David Alsobrook en su
estudio Claves Biblícas para Vivir Libre del Temor: “es la preocupación que se
tiene de lo que otros piensan o digan acerca de nosotros, sobre todo las
críticas, en la búsqueda de recibir la honra de ellos, esto nos puede impedir
que andemos en verdadera fe”.
La Sagrada Escritura nos enseña en Hebreos (13:5): “Sean
vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él
dijo: No te desampararé, ni te dejaré; (13:6) “de manera que podemos decir
confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre”.
Es importante saberlo que el temor no es de Dios. ¿Ha
aceptado usted los regalos inmundos de Satanás? Es Satanás y no Dios quien da
el temor.
La Biblia dice: “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende
de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanzas, ni sombra de
variación” (Santiago1:17).
Dios le da cosas buenas, dones perfectos. Y todo el que ha
sido víctima del temor sabe muy bien que no es ni bueno ni perfecto. Si usted
tiene temor es que ha aceptado el regalo de Satanás. “Porque no nos ha dado
Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2
Timoteo 1:7).
Recuerde, Dios le da poder, amor, y dominio propio. Satanás
de da temor, debilidad, inhabilidad, resentimientos, una mente que es un
sumidero de iniquidad y pensamientos impuros y dañinos.
Así que, rehúse los dones de Satanás. Dígale al diablo: “En
el nombre de Jesús, Satanás, yo te mando que tomes este antiguo espíritu de
temor y te vayas de mi vida”.
El diablo es siempre el autor del temor. Cada que usted esté
atemorizado, es que le está dando lugar al diablo. La Biblia nos manda: “ni des
lugar al diablo” (Efesios 4.27).
El diablo es un mentiros y un cobarde, así que hágale frente
valientemente, sin miedo, en el poderoso nombre de Jesús.
A los cristianos, Dios nos manda “y en nada intimidados por
los que se oponen, que para ellos ciertamente es indicios de perdición, más
para vosotros de salvación; y esto de Dios”. (Filipenses 1.28). Esta victoria
es para usted si toma la decisión de vivir como enseña la Biblia. En las
palabras de Esdras 10-4: “Levántate, porque está es tu obligación, y nosotros
estaremos contigo: esfuérzate, y pon mano a la obra”.
Para vivir una vida diaria de victoria en Cristo, es necesario
liberarse de todos los temores y sepa que Dios en su justicia le hace un
conquistador. Tal y como lo dice la Biblia en el Salmo 27:1; “Jehová es mi luz
y mí salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién
he de atemorizarme? (27: 2); “Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis
angustiadores y mis enemigos, Para comer mis carnes, ellos tropezaron y
cayeron”.
Vivir en la presencia de Dios a través de la oración,
alabanza, adoración y darle honra, esto nos ayudara a venir bajo la autoridad
de Dios y estar firme en contra del temor. Hermanos en Cristo Jesús.
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